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EL GENOCIDA TRAS LAS REJAS |
El carnicero argentino, Jorge Rafael Videla, murió ayer. Solo, en una cárcel común y condenado de por vida. A partir de ahora su nombre se floreará al lado de los máximos torturadores, violadores, asesinos, vejadores y secuestradores que tiñeron con ríos de sangre la historia de la humanidad. Junto a Augusto Pinochet (Chile), Francisco Franco (España), Hitler (Alemania), Mussolini (Italia) o Stalin en Rusia, su espíritu se retorcerá tratando de alcanzar una paz celestial que nunca podrá lograr. Murió reivindicando y justificando la tortura y el asesinato de 30.000 argentinos/as perpetrados en los campos de exterminio. Murió sin confesar ni arrepentirse por la apropiación de 500 bebés nacidos en esos campos de concentración de los cuales 100 pudieron ser recuperados reestableciéndoles a cada uno su verdadera identidad, gracias a la tenaz acción de las Madres de Plaza de Mayo que no cejan en su objetivo de encontrarlos a todos. Aún faltan localizar 400 bebés secuestrados-apropiados.
Se murió sin espetar jamás un gesto de arrepentimiento por todas las atrocidades que cometió durante su dictadura. Es más, hace muy poco en uno de los tantos juicios que se le seguía desde los mismísimos estrados llamó a levantarse en armas contra este gobierno constitucional y democráticamente elegido por todos los argentinos/as.
El terrorismo de Estado fue una de las estrategias desarrolladas por el imperialismo planetario para imponer a sangre y fuego la versión más salvaje que se recuerde del neoliberalismo tanto en Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú y Argentina. Fue impuesto con un grado de salvajismo tal, que a la luz de estos años de democracia que hoy podemos disfrutar, cuesta horrores poder remontar las consecuencias nefastas, tanto en lo político cultural y económico, de sometimiento que aplicaron sobre nuestros pueblos latinoamericanos. Videla representó y fue, concretamente, el brazo armado de esas políticas imperialistas. Por eso, para que ese plan pueda ser viable hubo que matar a 30.000 personas.
La "guerra" que, supuestamente, desarrolló Videla tuvo una característica esencial: la oscuridad de la noche. Asaltó desde las penumbras casas particulares, universidades, escuelas y fábricas. Fueron trabajadores comunes, dirigentes obreros, mujeres embarazadas, estudiantes y niños su víctimas predilectas. Diezmó a toda una generación de argentinos/as y acuñó el termino desaparecido, para dar cuentas, justamente, de la desaparición forzada de personas utilizando la maquinaria estatal. Hoy, y con la perspectiva que nos da la historia, podemos asegurar que el golpe de estado del '76 no fue exclusivamente militar, sino: cívico-militar-eclesiástico. La documentación disponible al respecto es irrefutable.
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30.000 DESAPARECIDOS... PRESENTES!!!!!!!!!! |
El terrorismo de Estado fue una de las estrategias desarrolladas por el imperialismo planetario para imponer a sangre y fuego la versión más salvaje que se recuerde del neoliberalismo tanto en Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú y Argentina. Fue impuesto con un grado de salvajismo tal, que a la luz de estos años de democracia que hoy podemos disfrutar, cuesta horrores poder remontar las consecuencias nefastas, tanto en lo político cultural y económico, de sometimiento que aplicaron sobre nuestros pueblos latinoamericanos. Videla representó y fue, concretamente, el brazo armado de esas políticas imperialistas. Por eso, para que ese plan pueda ser viable hubo que matar a 30.000 personas.
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DICTADURA E IGLESIA CÓMPLICE |
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DICTADURA Y PODER ECONÓMICO |
Los argentinos hemos comprendido definitiva y dolorosamente que mas vale el peor de los gobiernos democráticos que el "mejor" de los "gobiernos" dictatoriales. Se ha avanzado muchísimo. Falta aún recorrer un largo camino pero no imposible. La continuidad y consolidación de lo actuado, es el secreto para muchas década más de democracia.
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GOLPISTA, ASESINO, TORTURADOR, SECUESTRADOR, DESAPARECEDOR, VIOLADOR Y APROPIADOR DE BEBÉS |
Videla es el símbolo del terrorismo de estado y a partir de ahora será también el ícono en cuanto a que la consigna: JUICIO, CASTIGO y CÁRCEL COMÚN es posible.
Acá dejo algunos artículos que hacen referencias a este hecho con mayor propiedad:
* "El tercer pacto fue el silencio ulterior, el ocultamiento de pruebas, datos, nombres, documentos… La jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice esencial para este objetivo y formidable encubridora" Seguí leyendo...
* "En julio del año pasado recibió 50 años por su responsabilidad en la sustracción, retención y ocultamiento de menores, hijos de desaparecidos, aquellos delitos por los que había vuelto a prisión catorce años antes". Seguí leyendo...
* "...era un cristiano practicante y no supo que llegó a una de las máximas más perturbadas de la fe, que es el aniquilamiento a través del dolor de los que ni siquiera se animó a llamar impíos; hizo una carrera militar trivial y oscura, pero no fue menos oscura su condición de asesino amparado en tabiques institucionales" . Seguí leyendo...
*los jueces “sí pudimos probar que la sistematización estaba: estaba la práctica de secuestro, tortura, cautiverio, desaparición de la madre y desaparición del niño”, explicó la presidenta del Tribunal..". Seguí leyendo...
*La integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Taty Almeida consideró sobre la muerte del dictador Jorge Rafael Videla que “veo a los 30 mil (desaparecidos), incluido Alejandro (su hijo), levantando el dedo pulgar, son 30 mil que no lo van a dejar tranquilo en el más allá, no sé qué hay en el más allá, pero los genocidas no van a entrar”. Seguí leyendo...
*Un importante fragmento del mal abandona este mundo en que el mal es omnipresente. Que Videla se muera hoy ya no tiene importancia. Todo el mal que quiso hacer, lo hizo. Todos los seres humanos que quiso matar, los mató. Pocos se le escaparon. Que se muera juzgado, preso, infamado es importante. Que se muera siendo un símbolo de la muerte, también. Que se muera insistiendo en sus mismas sombrías convicciones revela su coherencia, pero una coherencia que, en él, no es la firmeza moral que a menudo admiramos en otros, es sólo la persistencia de la noche en su ser, de la muerte que lo constituye en su núcleo más profundo". Seguí leyendo...
*La política económica del gobierno militar encabezado por Jorge Rafael Videla marcó un quiebre en la historia argentina. Permitió que los militares, aliados a la oligarquía terrateniente, el gran capital transnacional y la banca internacional y sus socios locales, den por concluida la etapa de la industrialización que forjó la alianza de clase entre los trabajadores y la burguesía local. Para implementar esa estrategia, el terrorismo de Estado a una escala nunca vista en el país fue el único medio posible. Desindustrialización, especulación financiera, endeudamiento y fuga de capitales son conceptos claves de la etapa, signada por una intensa intervención estatal que discriminó la manufactura local a través de la valorización financiera. La economía de la dictadura explica en buena medida la bancarrota de la década de los ’80, que sirvió para justificar la avanzada neoliberal en los ’90. Seguí leyendo...
*En el decenio 1974-1983, el salario real se redujo el 18 por ciento, los obreros ocupados en la industria cayeron en más de un tercio y el volumen físico de la producción industrial se redujo el 10 por ciento. Aunque el dictador ganó apoyo inicial en los sectores medios y altos de la población con una propuesta de orden, austeridad y cuentas ordenadas, nada de ello sucedió. La deuda externa pasó de 8000 millones de dólares a más de 40.000 millones. La apertura comercial y la reforma financiera de 1977 provocaron el cierre de 20 mil establecimientos fabriles y la industria pasó del 28 al 22 por ciento del Producto. Pero mientras desaparecían miles de personas y empresas, algunos grupos económicos crecieron y se consolidaron, entre ellos Acindar, Agea, Arcor, Bagó, Bunge y Born, Fortabat, Ledesma, Macri, Pérez Companc, Roggio, Soldati, Techint y Werthein. Seguí leyendo...
*En una cárcel común, donde tuvo la digna oportunidad de morir en paz (sólo él habrá sabido si en el instante final balbuceó algún pedido de perdón ante tanta atrocidad desplegada en su vida, o si se ahogó en su último estertor tragando su odio y crueldad. Tal vez el dios en el cual creía lo sepa, nosotros no). ¿Habrá valorado que nadie lo trató como una entelequia? ¿Habrá llegado a admitir que se lo trató como un ser humano incluido? ¿Habrá llegado a comprender que fue juzgado como lo saben hacer los hombres civilizados? Son enigmas. Las respuestas se las llevó con él, como se llevó tanta información que de haberla brindado hubiese suministrado un bálsamo a tanta angustia acumulada que genera la incertidumbre de no saber cómo, dónde están los desaparecidos, qué pasó con ellos. Seguí leyendo...
*Voces calificadas. Seguí leyendo...