
Amy Goodman, periodista independiente, es el rostro visible de un tipo de periodismo que se resiste a la "realidad" que imponen los grandes medios de difusión en los EE.UU. Desde su sitio on line DEMOCRACY NOW!, trabaja para difundir la realidad que ocultan las corporaciones (todas) en función de sus intereses particulares.
Esta profesional, premiada por las Naciones Unidas y con un periodismo de referencia para más de 800 medios de los EE.UU y del mundo; pasó por Buenos Aires y dijo esto:
"Estamos tratando de construir un movimiento de medios independientes, es absolutamente escencial, y atraviesa todo el esprecto político. La gente está muy preocupada por conseguir que Internet continúe siendo abierta y libre, que la neutralidad de la Web sea preservada, y que las empresas de telecomunicaciones de cable no hagan aprobar una ley en Washington que privatice Internet porque ahora es algo rentable. Y tenemos que asegurar que el monopolio de los medios no subvierta la democracia. Cuando uno tiene una cadena que es propietaria de radios, estaciones de televisión y diarios en una misma ciudad, eso es una amenaza para una sociedad democrática y la gente de todo el espectro político lo siente de esa manera. Y hay un gran movimiento para democratizar los medios en los Estados Unidos, para asegurar que esos pocos magnates de los medios, que los monopolios de los medios en los Estados Unidos no se queden con todos los espacios de radio, televisión e Internet. Eso es lo que amenaza la libertad de expresión de todos los demás".

Paradigma de nuestro tiempo que tiene su correlato en la lucha descarnada y desigual que antepone la concentración mediátida argentina impidiendo la aplicación en todos sus términos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Las corporaciones de las que habla Goodman, están ahí. Visibles, expuestas, raviosas y sabedoras del inmenso poder, mal habido, que pierden. No son solo los diarios, las radios y el cable. Miremos y observemos detenidamente. Ahí nomás, ante nuestro ojos están desnudas las fuerzas malandras que por décadas hicieron de nuestra Argentina, el patio trasero del mundo.